En este sábado traemos una oración simple y sencilla, compuesta por el jesuita Léonce de Gradmaison, quien daba una grandísima importancia a la acción interior, a la purificación, a la sencillez y a las caricias que nos da el Espíritu Santo en la oración. Saboreemos esta plegaria breve e intensa y recordemos los niños puros que fuimos, sólo así, como un pequeñuelo entre los brazos de su Madre del Cielo, podremos llegar a Nuestro Señor. ¡Feliz Sábado!
Santa María, Madre de Dios, consérvame un corazón de niño, puro y cristalino como una fuente. Dame un corazón sencillo que no saboree las tristezas; un corazón grande para entregarse, tierno en la compasión; un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal. Fórmame un corazón manso y humilde, amante sin pedir retorno, gozoso al desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo; un corazón grande e indomable que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse; un corazón atormentado por la gloria de Jesucristo, herido de su amor, con herida que sólo se cure en el cielo.
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